Un pionero de la industrialización Argentina

La Fundación Victoria Ocampo realizó
 la presentación del libro
Aportes de un emprendedor de avanzada
Ernesto  Tornquist cien  años  después
  El 29 de septiembre en el Centro Cultural Borges

El libro tiene como telón de fondo los inicios de la etapa industrial en Argentina y señala el proceso por el cual pasamos de ser un país con una economía basada en los productos primarios a ser un país productor manufacturero.


Los oradores fueron: Carlos Dellepiane, Orlando Ferreres, Jorge Gilbert, Juan Cruz Jaime, Luis Fernando Tornquist, Carmen María Ramos de Balcarce y María Esther Vázquez. 


Los textos son de: Carlos Dellepiane Cálcena, Lucía Gálvez, Jorge Gilbert, Adela Harispuru, Juan Cruz Jaime, Enrique Pinedo, María Saénz Quesada, Sara Shaw de Critto, María Acuña y Luis Fernando Tornquist; prólogo de Isidro Ruiz Moreno y epílogo de Carlos Payá.



Breve historia de Ernesto Tornquist
Nació el 31 de diciembre de 1842 en Buenos Aires. Comienza su carrera laboral en la empresa de su suegro Adam Altgelt,  Altgelt Ferver y Compañía. Al retirarse su suegro, la empresa pasa a llamarse Ernesto Tornquist y Compañía. La empresa diversificó sus actividades, dedicándose mayoritariamente a la importación de manufacturas y a la exportación de los productos provenientes del campo. En 1880 creó en Rosario, Santa Fe la gran "Refinería Argentina" de azúcar. Anteriormente, el azúcar se enviaba a refinar al exterior.
Algunas de sus iniciativas fueron la fundición Zamboni, los astilleros de Berisso, la cervecería Bieckert, las fábricas de oleo margarina de Seeber, la de balanzas de Bianchetti, cerámicas Ferrum, TAMET (Talleres metalúrgicos San Martín) etc. Funda con otros socios la Compañía Argentina de Pesca. También jugó un papel decisivo en momentos trascendentales para el destino del país: así fue una figura determinante para la superación de la crisis financiera de 1890 y un consejero, lúcido y prudente, en la búsqueda de una solución pacífica al conflicto limítrofe con Chile en 1902.
Cuando la Argentina se aproximaba a cumplir su primer centenario podía sentirse muy satisfecha de sus logros materiales, pero no por cierto, de sus practicas electorales.
El ex presidente Carlos Pellegrini, compañero de generación y gran amigo de Tornquist, tomó la decisión de liderar la lucha para saldar esa postergada deuda institucional. Ernesto lo acompañó en su propósito, y de este modo compartieron con Emilio Mitre, Roque Sáenz Peña y Luis María Drago, la lista de diputados nacionales por la Capital Federal, que resultó triunfadora, en las elecciones del 13 marzo de 1906.
Sin embargo ninguno de los dos amigos vería la conclusión de su anhelado proyecto: Pellegrini murió ese mismo año y Tornquist en 1908. La patria agreste y rustica en que ellos habían nacido, era ahora, cuando la dejaban, una nación próspera, rica y con un porvenir pleno de promisorias expectativas. Tornquist, como otros hombres de su tiempo, colaboró con gran tesón para la realización de esa extraordinaria empresa colectiva.
Ese núcleo dirigente tuvo la convicción de que la Argentina, sin poseer una fuerte y generosa aspiración de grandeza, no podría ser nunca ella misma.



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